EPÍLOGO:
EL INTEGRADOR REGRESO A ÍTACA



En el mundo del crecimiento psicológico y espiritual es muy frecuente referirse a lo que se ha dado en llamar el viaje a Ítaca, considerándolo como una metáfora poética que inequívocamente expresa el tipo de trabajo que hemos de realizar para nuestro desarrollo. La historia sobre dicho viaje se ha inspirado en la Odisea, el poema épico griego escrito por Homero y protagonizado por Ulises, el mitológico rey de Ítaca. El argumento de la obra lo constituye el regreso de Ulises a Ítaca -de ahí la idea de viaje-, de donde este partió para participar en la guerra de Troya. Sin embargo, según mi reflexión sobre el tema, el argumento se ha adaptado interpretándolo de una manera inapropiada y hasta errónea, dándole un sentido que sólo valora como importante para el crecimiento personal el viaje individuador, pero sin tomar en cuenta el viaje vinculador, ni tampoco, desde luego, la necesaria integración de los dos.

Por lo que he podido averiguar, una de las personas que ha posibilitado la interpretación paradigmática que se hace del viaje a Ítaca como viaje individuador, ha sido el poeta griego Konstandinos Kavafis (1863-1933), quien con su poema Ítaca ha logrado influir fuertemente en el ámbito cultural y del crecimiento personal. No sé si a un poeta tiene que pedírsele que lo que expresa con el lenguaje poético se ajuste a las cosas de la vida o uno de sus privilegios es precisamente el de poder "construir" las cosas de la vida ajustándolas a sus necesidades poéticas, pero, desde luego, no tiene porqué esperarse que un poeta además sea un maestro de crecimiento personal. Y tampoco tiene porqué esperarse que alguien que es una autoridad en un tema que es su especialidad -y Kavafis, desde luego, es una autoridad mundial como poeta-, sea una autoridad en otro tema que no es el suyo. Sea como sea, Kavafis no se abstiene de aconsejar al lector: "pide que tu camino sea largo". ¿Largo para qué? Kavafis lo aclara ya desde el principio cuando escribe :

"Si vas a emprender el viaje hacia Ítaca ,
pide que tu camino sea largo,
Y rico en aventuras y experiencias".

Es decir, que el camino parece que ha de ser largo para así poder vivir muchas experiencias, lo cual suena muy excitante. Y todo ha de decirse, Kavafis también da un consejo que es excelente para este largo camino, con una inspiración que recuerda el más puro estilo psicológico jungiano. Así, ha escrito :

"Nunca a los lestrigones ni a los cíclopes,
ni al fiero Poseidón encontrarás
si no los llevas dentro de tu alma ,
si no es tu alma quien ante ti los pone".

Pero volviendo a las ventajas de que el camino sea largo, tampoco el consejo de Kavafis es tan mala cosa para una persona que necesita seguir viviendo su viaje individuador. La cuestión es: ¿podrá esta persona también tomarse el tiempo para establecer y preservar los vínculos afectivos que necesite mientras lo hace? Pienso que si sigue el consejo al pie de la letra no podrá entretenerse, pues el consejo alienta también a no pararse nunca, sino a "ir siempre caminando" en pos de nuevas experiencias individuadoras. Es un enfoque del crecimiento que creo lleva implícito algún tipo de mandato parental pseudo-positivo, el cual induce a que uno ha estar continuamente "esforzándose" para llegar a ser más uno mismo. Si además, en la meta de ser más uno mismo, está implícita la idea de llegar a la perfección, confundiéndose así el concepto de crecimiento con el de perfeccionamiento personal, la cosa aún se complica más. Todo ello, en definitiva, conduce a estar siempre caminando hasta que se alcance no se sabe qué o tal vez para que no se alcance nunca, pues puede que nunca sea suficiente. "Siempre", "hasta que", "nunca", son conceptos que, desde el punto de vista psicológico, son demasiado obsesivos y frustrantes para que nos acompañen en el viaje de la vida. Parece todo muy agotador, ¿no? Tal vez para equilibrar la propuesta de Kavafis convenga también tener en cuenta el siguiente verso escrito en el Tao Tê King por Lao Tse:

"Sin salir de la puerta
Se conoce el mundo.
Sin mirar fuera de la ventana
Se conoce el camino del cielo.
Cuanto más lejos se va, tanto menos se aprende.
Por esto el sabio
No camina y llega;
No mira y sabe los nombres;
No obra y sin embargo cumple".

Este verso de Lao Tse -al fin y al cabo también es un poeta, además de filósofo- promueve una manera de vivir más descansada. De hecho, se trata de la doctrina del no-hacer y de sólo mantenerse en el Tao, pero que, en cambio, conduce a lo esencial sin necesidad de perseguir cosas externas, ni tan sólo emulando las aventuras de Ulises , como, por contra, aconseja Kavafis a la persona que quiere vivir experiencias y lograr sabiduría. En el peor de los casos, situados en la perspectiva afectiva, la persona que "está siempre caminando" puede estar determinada por el complejo de Ulises(sobre el que he tratado en el capítulo 5), teniendo una relación sentimental e incluso sexual con otra persona, a la que generalmente le sigue otra y otra, sucesivamente, sin comprometerse en un vínculo afectivo con ninguna, pues permanece siempre vinculada a una tercera, ya sea en la realidad o en su psique, consciente o inconscientemente, pero que, en realidad, es siempre la persona "más importante" de su vida y con la que mantiene un vínculo edípico. Pero entonces justifica su negativa a comprometerse en su supuesta necesidad de libertad, autonomía, independencia u otras cosas parecidas, es decir, en su necesidad de individuación , pues "el camino es largo" y no puede comprometerse a nada que pueda pararle. Desde luego, se trata de una falsa necesidad de individuación y, en cambio, contrariamente, de un verdadero aferrarse a un vínculo afectivo, en la realidad o en su psique. De esta manera, la persona se siente protegida del riesgo que vive cuando ha establecer otros posibles vínculos, en los que, en el fondo, se siente amenazada.

Lamentablemente, el viaje vinculador no está contemplado en el poema de Kavafis , pues -y en esto Kavafis es coherente- tal vez podría obstaculizar el viaje individuador al que alienta. El mensaje global de su poema es inequívoco y así lo expresa Kavafis cuando escribe :

"A Ítaca tenla siempre en la memoria,
llegar allá es tu meta,
más no apresures el regreso.
Mejor que se dilate largos años
y en tu vejez arribes a la isla
con cuanto hayas ganado en el camino,
sin esperar que Ítaca te enriquezca.
Un hermoso viaje te dio Ítaca . Sin ella
el camino no hubieras emprendido.
Mas, ninguna otra cosa puede darte".

Pero entonces, volviendo nuevamente a la historia de Ulises, ¿qué pasa con su esposa Penélope y su hijo Telémaco, que están esperando su regreso? Y también ¿qué pasa con Ítaca, su reino, que quieren arrebatárselo? Creo que se trata de motivos suficientemente importantes, por lo menos los de tipo familiar, para que Ulises -contrariamente al consejo de Kavafis - pida que su camino sea corto, no largo, para así llegar lo más pronto posible a Ítaca.

En realidad, la historia completa del viaje de Ulises puede resumirse como sigue. Ulises parte de Ítaca, su reino, para ir a participar en la guerra de Troya, mientras su fiel esposa Penélope le espera en palacio, aguardando su regreso y rechazando a los pretendientes que quieren conquistarla para hacerse con el trono. También su hijo Telémaco anhela su regreso de Troya. Pero al regresar, Ulises va pasando por variedad de aventuras (por ejemplo, entre las muchas vividas: la lucha que él y sus hombres tienen con el cíclope gigante Polifemo, la seducción de las Sirenas, el naufragio de su embarcación por una tempestad desencadenada por Zeus, etc.) que van retrasando su regreso a Ítaca. Cabe citar también que entre estas aventuras destacan las que vive con mujeres tales como Calipso, Circe o Nausicaa, las cuales, enamoradas de Ulises, hacen todo lo posible para retenerle, cada una con sus artes específicas y lográndolo por más o menos tiempo. Pero Ulises, pese a ser retenido y a lo que a veces se rinde acomodándose de buen grado, en realidad siempre está queriendo volver a Ítaca, lo que es su auténtica meta. Y así, más pronto o más tarde, cuando el tiempo de sus estancias comienza ya a alargarse demasiado, siempre acaba por reanudar el regreso, para así no demorar más reencontrarse con su amada esposa, su hijo y sus súbditos leales. Nada más lejos, por tanto, del mensaje que transmite Kavafis en su poema.

Así, el viaje de Ulises para participar en la guerra de Troya sí es claramente individuador y además es un viaje a partir de la base segura que Ulises tiene en sus vínculos familiares, en especial con Penélope, con quien tiene un vínculo significativo, insustituible y estable. Con este enfoque, el verdadero viaje es el viaje a Troya, pero dado que todo viaje tiene una ida y un regreso, en este caso el regreso es volver y llegar a Ítaca. Y las aventuras que acaecen durante este regreso devienen individuadoras circunstancialmente, pues Ulises lo que quiere es volver a Ítaca y estar con su familia cuanto antes mejor. Es decir, que el objetivo inherente en el regreso a Ítaca es vinculador o, más bien, re-vinculador, buscando regresar a los vínculos, en los cuales, desde luego, Ulises integrará los nuevos logros que ha alcanzado en su individuación . Pero el objetivo del regreso no es deliberadamente individuador, sino decididamente vinculador, pues en Ulises siempre acaba prevaleciendo su voluntad de regresar con su familia de nuevo. Así pues, el regreso a Ítaca culmina por fin con el reencuentro con los suyos, no falto aún de dificultades finales, de un Ulises que ha alcanzado un nuevo nivel de integración personal, que incluye tanto los logros de individuación como de vinculación.

Por tanto, para finalizar este epílogo, mi conclusión es que la meta final que tiene Ulises es, ni más ni menos, la misma que tenemos todos nosotros en el viaje de la vida, es decir, la cobertura integradora de nuestras necesidades de individuación y de vinculación, expresando así el doble impulso de nuestro ser. A todos, por tanto, mis mejores deseos en dicho viaje. También, gracias por leer el libro.


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