TEXTOS PER CRÉIXER - 2


Es una de las premisas fundamentales del movimiento de la New Age y de los enfoques tan de moda sobre el pensamiento positivo, considerar que nosotros somos siempre los únicos creadores y responsables de las situaciones que vivimos y de nuestras enfermedades. Personalmente, estoy en desacuerdo con dicha premisa, si se la establece de manera tan absoluta. Creo que hay situaciones personales y enfermedades de las que sí somos responsables, otras de las que somos co-responsables y otras de las que no somos responsables de ninguna manera, sino que son situaciones que escapan a nuestro control y que son resultado de nuestra finitud humana. El texto que sigue relativiza también dicha premisa y es la reproducción de una parte del libro "Gracia y coraje: En la vida y en la muerte de Treya Wilber", publicado por Gaia Ediciones, Madrid, 1995. Está co-escrito por Ken Wilber (un destacado pensador integrador) y su compañera Treya, a lo largo de la enfermedad que finalmente la llevo a la muerte. Para mí, es un libro excelente, además de crecidamente romántico.


¿CAUSAMOS NUESTRAS ENFERMEDADES?

... (escribe Ken:) Un tema muy ligado a todo este cambio era la idea -muy "Nueva Era"-, por cierto- de que somos los causantes de nuestras propias enfermedades, de que son nuestros pensamientos los que crean nuestras enfermedades como una especie de lección -o de megalección, más bien- que debemos aprender (en lugar de limitarnos a aprender de las enfermedades, sean cuales fueren sus causas). Esto resurgió nuevamente con la diabetes de Treya, quien se sentía sencillamente agredida por aquellos que se le acercaban bienintencionadamente tratando de ayudarla a descubrir por qué se había provocado a sí misma dicha enfermedad. Pero todas estas razones -sobre las que volveré en el próximo capítulo (por cierto, una aguda visión crítica sobe el movimiento de la New Age)- son unilaterales, parciales y peligrosas, un enfoque que Treya consideraba demasiado masculino, controlador, agresivo y violento. Y, de hecho, en poco tiempo ella se convertiría en una especie de portavoz nacional de una visión más compasiva de la enfermedad. ¿Qué cómo lo sé?. Por la única prueba académica realmente incuestionable: el programa "The Oprach Winfrey Show" la llamó y le pidió que apareciera en un coloquió junto a Berne Siegel.

(escribe Treya:) De nuevo vuelvo a plantearme si he provocado o no mi(s) enfermedad(es). La persona que teoriza, o sobre la que se teoriza, suele considerar esta cuestión a la luz del reproche. "¿Qué he hecho yo para merecer esto?"; "¿Por qué yo?"; ¿Qué he hecho mal para que me pase esto?"; "No me extraña que tenga cáncer. Yo misma me lo he causado".

A veces yo también he usado esa "lógica" u otros lo han hecho conmigo. La utilicé, por ejemplo, con mi madre cuando tuvo cáncer hace dieciocho años; y me imgaino que ella también se sintió -y no sin motivo- agredida. Sin embargo, aunque crea que existe un atisbo de verdad en la idea de que algo que he hecho alguna vez, o ciertos hábitos de comportamiento, o ciertas maneras de relacionarme con el mundo o de manejar el estrés pueden haber contribuido a que contraiga cáncer y diabetes, no creo que ese sea, en modo alguno, el mejor encuadre general para comprender nada. Por el contrario, considero que se trata de una simple reacción ante el deseo humano natural de encontrar causas sencillas y comprensibles a enfermedades que asustan; una mera reacción de defensa natural ante el miedo a lo desconocido.

En realidad, creo que la enfermedad tiene muchas causas -genética, hereditaria, alimenticia, medioambiental, estilo de vida, personalidad, etcétera-. Pero de eso a decir que una sóla de esas facetas es la causante definitiva de la enfermedad, que la personalidad, por ejemplo, por sí sóla provoca la enfermedad, media un abismo. En tal caso estamos dejando de alto el hecho de que aunque podamos controlar ciertas respuestas, jamás podremos controlar todo lo que nos ocurre... La ilusión de tenerlo todo bajo control, la creencia de que podemos controlar todo lo que nos ocurre es, en el fondo, una idea muy destructiva y agresiva.

El verdadero problema, sin embargo, es otro muy distinto, y tiene que ver con la culpa. Sin alguien piensa que, de algún modo, es el causante del cáncer que padece, se sentirá necesariamente culpable, equivocado o malo, y la misma culpabilidad se convertirá entonces en un problema adicional que puede incluso llegar a interferir con la superación de la enfermedad y con el avance hacia la salud y la mejora de su calidad de vida. Por eso es un tema tan delicado, por eso hay que tratarlo con tanta sensibilidad, por eso es tan importante ser cauteloso y no imputar motivos inconscientes o subconscientes a los demás. !Cuando alguien teoriza sobre mí a ese nivel me hace sentir violada e impotente!. !Todos sabemos lo fustrante que puede resultar sentirse acusado injustamente por otra persona de actuar según motivaciones inconscientes y que luego interpreten tus réplicas como una simple resistencia que no hace sino demostrar su acusación!. Esta es, a fin de cuentas, la más cruel de todas las psicologías.

Bastante tiene alguien con su dolencia como para tener que afrontar además la tensión adiconal de ser el causante psicológico de su enfermedad. Hay que respetar las necesidades y hay que tener en cuenta los límites. No es que ignore, con todo este alegato, el valor de una sana confrontación en el momento adecuado, porque ciertamente creo en ello. Lo que rechazo de plano es que la gente teorice sobre mí y no se moleste siquiera en preguntarme qué es lo que pienso de mí misma y de mi enfermedad. No me gusta que alguien me diga: "Fulanito dice que el resentimiento provoca el cáncer", especialmente si me lo dice de tal forma que suena como si creyera que esa fuera la causa de mi cáncer o que la "diabetes es una consecuencia de la falta de amor". ¿Quién sabe realmente cómo son las cosas?. No me molesta que me digan:"Fulanito dice que el resentimiento provoca cáncer, ¿qué es lo que opinas tú al respecto, ¿qué es lo que te parece a tí?" ...