ALGUNAS CRÍTICAS AL ANÁLISIS TRANSACCIONAL (2)


Entre las criticas que se hacen al Análisis Transaccional, algunas son científicas. Por ejemplo, la hipótesis de Berne sobre los órganos psíquicos es un tanto imprecisa a nivel teórico y no tiene una verificación práctica concluyente. Berne (1961) supuso que los estados del yo Padre, Adulto y Niño estaban organizados por unos organos psíquicos a los que llamó, respectivamente, Exteropsique, Neopsique y Arqueopsique. Pero en realidad no se sabe bien cuáles son las estructuras neurofisiológicas que dan fundamento a los estados del yo. No obstante, a nivel práctico el modelo funciona. Por otra parte, no todos los procesos psíquicos superiores están necesariamente localizados en unas estructuras cerebrales específicas (Leontiev, 1959).

John Grinder y Richard Bandler (1980), los iniciadores de la Programación Neurolingüística (PNL), cuestionan incluso la existencia real de la manifestación de los estados del yo. Para ellos sólo las personas que vienen de un terapeuta transaccional tienen un Padre, un Adulto y un Niño. Probablemente es cierto, pero no es negativo. Grinder y Bandler reconocen que toda terapia se basa en alguna forma de disociación y reclasificación, que ayude a la persona a reorganizarse. En su sistema esto se logra de manera distinta a la del Análisis Transaccional, pero el resultado final es el mismo. Tal vez los conceptos de Padre, Adulto y Niño sean construcciones artificiales -que no lo creo-, pero son útiles para reorganizarnos y, en el propio lenguaje de la Programación Neurolingüística, son buenas anclas para fijar nuevas vivencias.

Otras críticas al Análisis Transaccional son de tipo práctico. Por ejemplo, a veces otros sistemas de la Psicología Humanista consideran que no es posible que el Análisis Transaccional, siendo una técnica eminentemente verbal, pueda facilitar resolver dificultades emocionales que vienen de las etapas preverbales de nuestra infancia. Pero esta objección es revatible. Por una parte, el Análisis Transaccional no es "sólo" una técnica verbal, pero aún aceptando que lo "parece", en la práctica comprobamos que también a través de la verbalización accedemos a la dificultad preverbal asociada, pudiendo entonces trabajar en su resolución. De hecho, lo más probable es que, al crecer, también demos una forma verbal a nuestras dificultades preverbales (Ellis, 1980). Por otra parte, aún admitiendo que pueda haber dificultades preverbales que no las verbalicemos después al crecer, el hecho de hacerlo con el Análisis Transaccional, nos facilita un manejo consciente sobre ellas, ayudandonos en su solución.

Otras objecciones tienen que ver más con cómo se presenta el Análisis Transaccional, que con él como sistema. A veces algunas presentaciones del Análisis Transaccional remarcan demasiado la idea del triunfador individual, ignorando o desvalorizando la enrome influencia de lo social como factor favorecedor o entorpecedor del desarrollo individual. Esta idea probablemente está influída por el típico mito norteamericano del hombre que se hace a sí mismo y que logra triunfar desde la nada. También algunas presentaciones del Análisis Transaccional remarcan demasiado la idea de que el "sentirse bien" y el "ser feliz" son el objetivo a conseguir de una manera triunfalista y casi absoluta, lo que, desde luego, acaba favoreciendo una perpetua frustración e insatisfacción.

Un reparo frecuente que se hace al Análisis Transaccional es de tipo cultural, dada su procedencia estadounidense. A veces hay prejuicio ante algunas presentaciones made in USA que chocan contra las formas culturales locales. Naturalmente, está bien adaptar el Análisis Transaccional a la cultura local, pero frecuentemente este prejuicio se usa, más o menos inconscientemente, para justificar adulteraciones y usos inadecuados del Análisis Transaccional. Otros comentarios van dirigidos principalmente a cómo se aplica el Análisis Transaccional, a veces sin demasiados cuidados. La aparente simplicidad del Análisis Transaccional y su presentación un tanto lúdica y en términos familiares, favorece su fácil utilización por los profesionales de las ciencias humanas, sociales y de la salud, y aún por otras personas, sin tener un entrenamiento suficiente. En el peor de los casos, puede haber actitudes oportunistas al servicio del propio lucro o de la propia vanidad personal. Desde luego, no basta haber leído algún libro o haber hecho algún curso o taller, para aplicar e incluso enseñar Análisis Transaccional, lo cual está ocurriendo con frecuencia, repercutiendo en ofrecer un enfoque muy superficial del sistema (por ejemplo, a veces ni se menciona el tema del guión psicológico). Y desde que se publicó la primera edición de este libro las cosas no han cambiado demasiado.

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