TEXTOS PER CRÉIXER - 4


El text que segueix és la reproducció d´una part del capítol "Magia, mito y más allá", del llibre "Sexo, ecología y espiritualidad: El alma de la evolución", de la "Trilogía del Kósmos" (vol. I, libro uno), escrit per Ken Wilber i publicat per Ediciones Gaia (Madrid, 1996).


LA FALACIA PRE / TRANS

... Desde que empecé a escribir sobre las distinciones entre los estados de conciencia prerracionales (o prepersonales) y los transracionales (o transpersonales) -lo que llamé la falacia pre/trans-, estoy más convencido que nunca de que su comprensión es absolutamente crucial para entender la naturaleza de los estados superiores (o más profundos): los estados de conciencia verdaderamente espirituales.

La esencia del problema pre-trans es en sí misma bastante simple: como tanto los estados prerracionales como los transracionales son, cada uno a su manera, no racionales, parecen similares e incluso idénticos para el ojo inexperto. Y una vez que pre y trans han sido confundidos, ocurre una de las falacias que describo a continuación.

En la primera todos los estados superiores y transracionales son reducidos a estados inferiores y prerracionales. Las experiencias genuinamente místicas o contemplativas son contempladas como una regresión o una vuelta a estados infantiles de narcisismo, fusión oceánica, indisociación, inluso autismo primitivo. En estas visiones reduccionistas, la racionalidad es el gran punto omega del desarrollo individual y colectivo, el punto final de ralización de toda la evolución. Se piensa que no hay ningún contexto superior, ni más amplio, ni más profundo. Así, la vida se puede vivir o racional o neuróticamente (el concepto freudiano de neurosis se refiere básicamente a cualquier cosa que desvíe la aparación de la percepción racional; es verdadero en cierta medida, aunque esta sea bastante limitada). Como se cree que ningún otro contexto es real, e incluso que no existen otros contextos, cuando ocurre un suceso genuinamente transracional es interpretado como una regresión a las estructuras preoperacionales (ya que son las únicas estructuras permitidas, y por tanto, las únicas que pueden ofrecer una hipótesis explicativa). El superconsciente es reducido al insconsciente, lo transracional colapsa en lo prepersonal, el emerger de lo superior es interpretado como irrupción de lo inferior. Todos suspiran aliviados ya que el "espacio en el mundo" de lo racional no es cuestionado de manera fundamental (por "la negra ola de del barro ocultista" como Freud, de forma pintoresca, explicaba a Jung).

Por otro lado, si uno siente simpatía por los estados superiores y místicos, pero aún no distingue entre pre y trans, entonces elevará todos los estdos prerracionales a algun tipo de gloria transarracional ( el narcisismo infantil primario, por ejemplo, es visto como un sueño insconsciente, dentro de la unión mística). Jung y sus seguidores a menudo siguen este camino y se ven forzados a interpretar estados de indisociación o indiferenciación, carentes de toda integración, como estados profundamente transpersonales y espirituales.

En la posición elevacionsita, la unión transpersonal y transracional es contemplada como el punto omega final, y como la racionalidad egoica tiende a negar este estado superior, entonces es descrita como el punto infimo de las posibilidades humanas, como una degradación, como la causa del pecado, la separación y la alienación. Cuando se contempla a la racionalidad como el punto antiomega, por así decirlo, como el gran anticristo, entonces cualquier cosa irracional es glorificada indiscriminadamente como camino directo hacia lo divino, y consecuentemente los estados más prerracionales, infantiles y regresivos son promocionados inmediatamente: cualquier cosa para librarse de la desagradabe y escéptica racionalidad. "Creo porque es absurdo" (Tertuliano): es el grito de batalla del elevacionista (un hilo común que recorre y subyace al romanticismo de cualquier tipo).

Freud fue reduccionista, Jung elevacionista: son las dos caras de la falacia pre-trans. Ambos tienen razón y están equivocados al cincuenta por cien. Una buena parte de la neurosis es, efectivamente, una fijación/regresión a los estados prerracionales, estados que no deben ser glorificados. Por otro lado, los estados místicos existen realmente, más allá (no debajo) de la racionalidad, y no deben ser reducidos.

Durante la mayor parte de nuestra era, y de forma clara a partir de Freud (y Marx y Ludwig Feuerbach), ha prevalecido la postura reduccionista hacia la espiritualidad: todas las experiencias espirituales, incluso las más elevadas han sido interpretadas como regresiones a estrucutras primitvas de pensamiento infantil. Sin embargo, a modo de reacción a todo esto, actualmente estamos, y hemos estado desde los años sesenta, metidos de lleno en diversas formas de elevacionismo (ejemplificado por el movimiento de la Nueva Era, pero desde luego no limitado a él). Todo tipo de tareas, sin importar su origen o autenticidad, son simplemente elevadas a la gloria transracional y espiritual, y la única característica necesaria para experimentar esta maravillosa promoción es la de que la tarea no sea racional. Cualquier cosa racional está equivocada; cualquier cosa no racional es espiritual. (sigue ...)